El Ayuntamiento de Tarifa se encuentra en el ojo del huracán por su controvertida propuesta de urbanizar el litoral sur de la ciudad y transformar un paseo marítimo con aspecto natural en una extensión de cemento. Esta iniciativa, que curiosamente está siendo impulsada por una empresa constructora privada y que recientemente ha cambiado su nombre de Gran Parcela a Nova Tarifa, levanta serias dudas sobre las verdaderas intenciones y el futuro que se vislumbra para este enclave natural único, máxime cuando solo reza como capital, escasos 3.000 €.
La decisión de pavimentar un paseo marítimo que actualmente ofrece un respiro natural, con su vegetación autóctona y su conexión directa con la arena, en favor de una estructura de cemento, de locales de restauración y comercial, resulta, cuanto menos, incomprensible. ¿Qué necesidad apremiante existe para desnaturalizar un espacio que precisamente atrae a visitantes por su autenticidad y belleza prístina? La respuesta parece inclinarse más hacia una visión cortoplacista de “modernización” que a menudo sacrifica el valor ecológico y paisajístico en aras de una estética urbana homogénea y, posiblemente, una mayor explotación comercial privada a costa de lo público.
La sombra de la empresa Nova Tarifa, antes conocida como Gran Parcela, añade un matiz de suspicacia a todo este asunto. ¿Es una mera coincidencia este cambio de nombre justo cuando ya obtuvo el rechazo de gran parte de la ciudadanía con sendas manifestaciones y ahora intenta reactivarse a través de una anunciada promoción de viviendas de renta libre en las superficies legítimamente adquiridas y prometiendo puestos de trabajo?¿Cómo ha cuantificado los 800 puestos de trabajo que publicita (qué fueron anunciados en septiembre por Jorge Benítez para justificar el PRI) y cómo los condiciona (mediante letra pequeña) a la aprobación del Plan de Reforma Interior que lleva aparejado necesariamente la urbanización del frente litoral urbano?
La ciudadanía de Tarifa merece una transparencia total y explicaciones convincentes sobre la participación de esta empresa y los beneficios reales que aportará esta futura urbanización al municipio más allá de los intereses particulares de unos pocos y de unas vallas publicitarias. Necesita las explicaciones y la tan denostada por el PP y NAT “transparencia” sobre cualquier otro proyecto que afecte a la ciudadanía y nuestro municipio, más allá de ridículas imágenes realizadas en PowerPoints y que lejos de aclarar, confunden más.
El litoral urbano de Tarifa no es un lienzo en blanco para ser moldeado al antojo de promotores inmobiliarios. Es un espacio vivo, con una biodiversidad que debe ser protegida y un paisaje que forma parte de la identidad de la ciudad. La urbanización indiscriminada no solo amenaza con destruir este valioso ecosistema, sino que también podría tener consecuencias negativas a largo plazo para el turismo sostenible que tanto pregona Tarifa. Los visitantes no vienen buscando más cemento, sino la autenticidad de sus playas, el viento característico y la naturaleza indómita que aún se respira en muchos de sus rincones.
Es crucial que el Ayuntamiento de Tarifa y quienes lo gobiernan reconsideren profundamente esta locura de proyecto. Es necesario abrir ya ese prometido debate público honesto y transparente donde se escuchen todas las voces. “Será el Ayuntamiento y no ninguna mercantil o promotora, la que finalmente defina tanto la fisonomía como el aprovechamiento del frente litoral urbano. Esto lo decide el Ayuntamiento y el ayuntamiento ha decidido que serán los ciudadanos los que van a compartir y van a opinar sobre ese frente. Que entre todos decidimos que queremos seguir teniendo una fábrica y una chanca… pues tenderemos una fábrica y una chanca. Nosotros como es lógico haremos toda la labor divulgativa para hacer ver que a Tarifa ese frente litoral que tiene ahora mismo no es el que más le conviene”, dijo Jorge Benítez al respecto. Por tanto, se deben escuchar a vecinos, empresarios, asociaciones, ecologistas y expertos en sostenibilidad. El futuro de Tarifa no puede decidirse a golpe de cemento y sin tener en cuenta el legado natural que las generaciones futuras merecen heredar. La verdadera “Nova Tarifa” debería apostar por la conservación, la sostenibilidad y un desarrollo que respete la esencia de este lugar mágico, en lugar de imitar modelos urbanísticos impersonales y carentes de alma.