Desde la atalaya: Un uno de mayo singular


El uno de mayo es una fiesta que se celebra en todo el mundo. Los motivos son básicamente la defensa de los derechos de los trabajadores y trabajadoras. A lo largo de la historia hay momentos donde la participación ha sido mayor que en otras épocas. Pero año tras año se ha celebrado y los sindicatos han ido añadiendo nuevas demandas: la protección del medio ambiente, la igualdad de los derechos (en el trabajo) de las mujeres y en la sociedad en general, la defensa de los servicios públicos como educación y sanidad y un largo etcétera completarían una tabla reivindicativa que cualquier sociedad que aspira a llamarse democrática debería tener presente y alcanzada.

Cualquier trabajador y trabajadora debería saber que el 1 de mayo representa todas aquellas mejoras que desea, pero también representa todo aquello de lo que ya que disfruta en su trabajo: jornada laboral, remuneraciones, seguridad en el trabajo…son, sin duda, conquistas de la clase trabajadora a lo largo de los años que demuestran la importancia de que los de abajo (los de a pie) se organicen para reclamar sus derechos.

Por ello, resulta difícil comprender cuando en la barra de un bar o en otros lugares públicos se escucha a gente cuyo único patrimonio en la fuerza de su trabajo estar criticando o demonizando a los sindicatos o a los partidos de izquierda. Gente de a pie que no tiene mayor sustento que el que provoca las rentas de su trabajo y que se manifiesta como si ellos estuviesen ajenos a estas reivindicaciones. Gente que sabe bien lo que es la sobreexplotación, porque por estos lares conoce algún familiar que ha trabajado más de 10 horas al día y solamente ha estado asegurado cuatro horas. Gente que conoce y sabe que muchos de sus hijos e hijas no pueden acceder a una vivienda porque la propiedad en las zonas turísticas es un medio de producción de riqueza y no queda en manos de la clase trabajadora. Gente que debería tener un mínimo de conciencia pero que adolecen de ella, quizás porque los medios de comunicación de masas se han preocupado en aumentar el número de sus células musculares, pero no el número de sus neuronas.

Sin embargo, esta gente que puede parecer que son muchos es (afortunadamente) una minoría. La mayor parte de la gente de a pie, de la gente humilde, sabe lo difícil que puede resultar llegar a final de mes y sabe que, a pesar de que algunos partidos les vendan o les intenten vender una preocupación por sus problemas, eso es mentira, ya que cuando en el Congreso se ha votado la subida del salario mínimo u otras mejoras para los trabajadores y trabajadoras, ellos siempre se han mostrado en contra y a favor de que los beneficios que se generan en nuestra sociedad no se repartan más justamente, sino que quede todo en mano de una pequeña élite y de aquellos que comen las migajas que los poderosos les dejan.

Esa gente común, pero con conciencia, que suman millones de personas, sabe que este primero de mayo es singular, pues los poderosos aliados con aquellos que no ven más allá de sus narices llevan meses intentando derrumbar a un gobierno progresista que, muy a pesar de esos sectores reaccionarios, ha traído mayor protección, mayor cuidado, mayor preocupación por los sectores sociales más débiles. Y eso, justamente, es la singularidad de este 1 de Mayo, la defensa de un estado democrático y derecho para toda la ciudadanía, que no es poco.