Desde la Atalaya: Patrimonio cultural

Se acerca la Semana Santa, una fecha entrañable para muchas personas porque se reviven emociones y recuerdos. La Semana Santa tarifeña siempre gozó de un gran reconocimiento por el valor de muchas de sus tallas y por la antigüedad de alguna de las hermandades y cofradías.

Los cambios sociales acaecidos en los últimos años en Tarifa no han dejado a un lado el devenir de la Semana Santa tarifeña. En estas fechas, en Tarifa se entremezclan las dimensiones festivas vacacionales con todos sus componentes junto a las culturales y las religiosas. A pesar del paso del tiempo, la Semana Santa sigue mostrando un gran interés por la devoción del pueblo a algunas de sus imágenes, pero también por haber recibido savia nueva. Posiblemente, el hecho de que, desde hace años, gente joven se haya implicado aportando ideas traídas de aquí y de allá para embellecer los actos con conciertos de música sacra o procesional, entrega de distinciones, etc., puede ser un elemento que la potencia. Y, sin duda, la creación de cuadrillas de costaleros y los recorridos por calles angostas que han puesto de relieve la habilidad de capataces y cuadrillas en el procesional de sus titulares es un elemento fundamental en la vistosidad en las calles y plazas. Todo ello supone un patrimonio cultural que debe guardar la idiosincrasia del pueblo.

En los últimos días, este medio de comunicación nos ha dado a conocer la situación de incertidumbre creada en el mundo cofrade debido a que el mal estado de un edificio privado podría alterar los recorridos que realizan año tras año. Las reacciones no se han hecho esperar, incluso desde un grupo político se han pedido responsabilidades al equipo de gobierno tachándolo de falta de sensibilidad. La respuesta del gobierno local ha sido la de poner una malla que garantice la seguridad.

Lo que parece un hecho asociado es que este asunto ha servido para dimensionar, en parte de la opinión pública, cómo un casco histórico protegido por un plan especial tiene edificios que se deterioran paulatinamente sin que nadie haga nada por remediarlo. El patrimonio histórico cultural tarifeño debe conservarse y ello requiere del esfuerzo de los propietarios y de las administraciones.

La casa palacio situada en la calle Guzmán el Bueno y la plazoleta Hermanos Costaleros, que está en un estado deplorable a nivel de fachadas y balconadas, tiene un gran valor arquitectónico. Así me lo hicieron saber unos amigos que me comentaron cómo hace unos años el jefe de Conservación de Pintura del Siglo XIX del Museo del Prado que vino a Tarifa para participar en la exposición de Fortuny realizada en el Castillo, al bajar por la calle Aljaranda y ver el edificio, quedó sorprendido por la construcción en su conjunto, pero, especialmente, por la belleza de su pórtico de entrada al que le atribuía un gran valor artístico.

La pérdida, dentro de la plantilla de técnicos municipales, de responsables (como arqueólogos y expertos en historia del arte) que velen por el patrimonio es, a todas luces, un elemento que permite que el rico patrimonio artístico cultural tarifeño pueda degradarse e irse perdiendo con el paso del tiempo. No estaría de más que en esta situación se aportaran ideas de cómo salvaguardar determinados edificios con un valor cultural. Todo ello más allá y por encima de la coyuntura o deseos de los propios propietarios. Quizás, una ordenanza municipal de mantenimiento sería una posible herramienta básica para conseguirlo y que en ellas se contemplara que el Ayuntamiento pudiera actuar de manera subsidiaria, y luego repercutir en los dueños el importe de ese mantenimiento. Claro que, para ello, antes el propio Ayuntamiento debería velar por tener sus edificios salvaguardados y cuidados. Un pueblo que quiere vender su historia como atractivo requiere de emplear recursos humanos y materiales para poner en valor su patrimonio cultural.