Hace unos días se celebró el pleno ordinario correspondiente al mes de enero. Los plenos municipales son un acto donde se refrendan y aprueban algunas cuestiones que afectan a la ciudadanía en general, muchas de ellas de carácter administrativo, pero que, sin duda, lo que levanta más interés es el debate político. Evidentemente, en el debate algunos verán la botella media llena y otros la verán media vacía. Pero, quizás, lo importante es saber cómo y para qué se llena la botella, o lo que es lo mismo, a qué responden las distintas votaciones de cada uno de los grupos políticos que tienen presencia en el salón de plenos.
Resulta obvio que un acto que dura más de 4 horas sea seguido por muy pocas personas. No estaría de más que, al finalizar el pleno o al día siguiente, los grupos políticos pudieran hacer una valoración del mismo a través de los medios de comunicación locales.
De este último pleno, hacer un resumen llevaría sin duda una serie de artículos para cubrir de forma profusa todos y cada uno de los temas que se trataron. Por ello, y como esta es una columna de opinión, señalaré aquello que más me llamó la atención.
Empiezo por el final, con la última intervención del portavoz socialista, donde nuevamente preguntaba al alcalde acerca del comportamiento político de su socio de gobierno. En esta ocasión, desde el PSOE se demandó que el alcalde contestara si estaba de acuerdo con las declaraciones que el portavoz del partido localista hizo sobre la posibilidad de que el Ayuntamiento estuviera cometiendo un posible delito medioambiental por la forma en la que se estaba gestionando el alga invasora. Concretamente, hablaba de un posible vertedero ilegal con consecuencias medioambientales. El alcalde, que durante todo el pleno intentó (y hay que decirlo) que el debate fuese tranquilo y sosegado, contestó a la interpelación del portavoz socialista confirmando que consideraba que esas declaraciones no eran acertadas. Algo que aprovechó el portavoz del PSOE para volver a recordar la cantidad de situaciones comprometidas a las que, según él, el concejal y portavoz de Nuevos Aires ha llevado al gobierno de coalición con el PP.
Lo llamativo de esta situación es que durante estas intervenciones no se paraba de escuchar las quejas del portavoz de Nuevos Aires, que se le veía con ganas de entrar en el cuerpo a cuerpo dialéctico, aunque la pregunta no era para él. Y es que el pleno demostró una vez más que el gobierno bicéfalo del Ayuntamiento de Tarifa tiene en el pecado la penitencia.
Pero si hubo un punto que debe tener un señalamiento especial, es la aprobación de los presupuestos municipales para el año 2025. En este caso, y como señaló el portavoz de Ganar Tarifa, es paradójico que este presupuesto llegue en el mes de enero cuando en el primer año del gobierno del PP y Nuevos Aires se aprobó en tiempo y forma.
La defensa de los presupuestos por el concejal de Hacienda dejó mucho que desear. La lectura de un informe que estuvo llena de errores, tanto de cifras como de palabras, y denotaba una falta de preparación real de lo que se quería transmitir. En su declaración de intenciones, el concejal leyó que este presupuesto “prioriza el equilibrio financiero entre ingresos y gastos, el desarrollo económico sostenible y la inclusión social”. Asegurando que “cada decisión presupuestaria contribuye de manera directa al bienestar de los ciudadanos y a la mejora de los servicios públicos esenciales”. Bajo estas premisas, ¿Quién podría votar en contra? Nadie.
Pero nada más lejos de la realidad. El presupuesto, como luego demostraron los grupos de la oposición, tanto PSOE como Ganar Tarifa, tiene muchas lagunas: partidas de gastos que aumentan cuando el año anterior no se utilizaron, esconde una manera de actuar con las subvenciones como la de la escuela de tauromaquia, aumenta gastos como los de fiestas un 86% (cuando no paran de quejarse de que el pago de la deuda los asfixia); siguen aumentando el gasto político en un 20%; gastan un 25% más en publicidad, … al tiempo que no aborda problemas esenciales como el de la vivienda. Lo que vuelve a demostrar qué líneas políticas son prioritarias para unos y para otros. Porque en este caso no sólo es necesario tener presupuestos, también lo es saber en qué se gasta.