Tarifaaldia

20 años viniendo. 20 años sin disculpas

Nuestra colaboradora Lidia Chico relata y recoge el testimonio de algunas de las protagonistas de cuando en el año 2000, Gloria María Naranjo, María Presentación Castro Núñez y María Antonia Moreno Chicano, desafiaron el machismo de la tradición y soportaron vejaciones por parte de "anticaballeros" Cabalgatistas. 20 años después nadie se ha disculpado
mujerescabalgata
Tres mujeres cabalgatistas/Jesús Caballero
20 años viniendo. 20 años sin disculpas

 

La Cabalgata del año 2000 fue noticia local, y hasta de los medios nacionales, porque hubo tres valientes mujeres que quisieron participar en ella. Hasta entonces había sido una cabalgata donde sólo participaban hombres, y sólo una mujer inglesa, que hizo varios años parte del camino, pero no entraba nunca en el pueblo, como hacia el resto de la comitiva, imagino que porque estaba “prohibido”. Esta mujer se retiraba justo antes de entrar en la ciudad. Nunca la organización de este evento se paró a pensar si era preciso abrir el debate de que pudieran venir las mujeres en la cabalgata, ni si eso era justo o no, al ver que esta mujer acudía con ellos. Esto es lo primero a cuestionar. No he revisado los estatutos de esta cabalgata para saber si ponía que estaba prohibida o no la asistencia de mujeres. Dudo que lo pusiese, pero si fuese así, se tendrían que haber cambiado al ser contrarios a la Ley de igualdad e injusto. Pero supongo que desde siempre a la cabalgata vinieron sólo hombres, por una explicación lógica; el hombre era el que montaba a caballo a la vaquera, que es como se denomina esta forma de montar, usando el caballo para el desempeño de las tareas con el ganado en el campo. La mujer normalmente aquí en Andalucía no lo hacía, aunque habría excepciones como en todo. El traje que llevan los hombres en esta cabalgata debió salir de una variante de las ropas que se ponían antes para trabajar con el ganado, también llamado traje campero, cordobés, o andaluz. Está compuesto de una chaqueta, un chaleco y un pantalón. Estos trajes van acompañados de sombrero, una camisa, y unas botas o botos camperos. Se puede complementar con faja o pañuelo y “caireles”, un adorno de pasamanería. Algunos jinetes llevan encima del pantalón los llamados zahones, calzón de cuero o paño con perniles atados a los muslos. La mujer en la cabalgata monta/las mujeres que montan en la cabalgata visten la misma ropa que los hombres, algunas además del sombrero se ponen flores en el pelo o lazos en sus cabellos.

 

Llega el año 2000, y es entonces cuando Gloria María Naranjo, junto a María Presentación Castro Núñez y María Antonia Moreno Chicano, después de hablarlo entre ellas, deciden participar. El testimonio de cómo se organizaron lo cuenta Gloria: "Éramos un total de veintitantas mujeres de Tarifa y alrededores las que nos habíamos puesto en contacto para hacerlo. Yo entonces trabajaba en una tienda, y vinieron a verme para organizar nuestra presencia en la cabalgata. En ese año era difícil organizar la comunicación, apenas existían los móviles, y las conversaciones previas las hacíamos a través de mensajes o llamadas. Cuando se fue acercando el día nos encontramos con que la mayoría de las mujeres nos empezaron a decir que lo habían pensado mejor y que no querían acudir. Según contaron, habían sufrido presiones por parte de sus familias. Padres, hermanos, maridos, y también las mujeres de sus familias, lo más lamentable, les dijeron que no debían hacerlo. A una de ellas, cuenta Gloria, su hermano le dijo que si lo hacía le dejaría de hablar de por vida, por lo que empiezan a decir que ninguna va a acudir”. Sin embargo, Gloria, María Presentación y María Antonia continuaron valientemente con su propósito.

 

Un año antes, en 1999 Gloria, sola, fue hasta el santuario a caballo y ataviada según las normas, pero viendo el ambiente decidió volver y no participar.

 

Estas mujeres, muy buenas jinetes, igual o incluso más expertas que algunos de los hombres que participan en la misma qué, quisieron formar parte ese año de la cabalgata cumpliendo con el objetivo inicial, y no lo tuvieron nada fácil. “El hecho de que no fuéramos más mujeres nos asustó al principio un poco, pero decidimos tirar para adelante las tres”.

 

Gloria relata: “A mí me enseñó a montar a caballo mi tío Manuel Luna, yo debía tener apenas cuatro o cinco años cuando empecé”, me cuenta emocionada, mientras me recibe en su casa, mostrándome orgullosa su álbum de fotos donde se la ve montando a caballo con apenas cinco años.

 

Llega el 4 de septiembre del año 2000, y estas tres mujeres se dirigen al recinto de salida de la cabalgata: el Santuario de la Virgen de La luz. Cumplen todo lo que se les pide en cuanto a su atuendo.

 

Cuando llegan las tres al santuario, para empezar no les dejaron coger el número que organiza las posiciones en las que van los distintos participantes. Empieza a tensarse el ambiente. Yo estaba ese año allí junto a una amiga de Santander, Rosa Tejedor, una enamorada de Tarifa y sus fiestas. Cada año suelo estar en el santuario en la salida de esta cabalgata, es algo que siempre me gusta hacer, tengo muy presente en esos momentos mis experiencias vividas allí, y es curiosa la emoción que me embarga en esos instantes. Recuerdo a los que ya no están, y también me gusta mucho ver los caballos que participan en la misma. Esa tarde junto a mi amiga, recuerdo que comentábamos con pena cómo era posible que algunas mujeres fuesen en contra de nuestra defensa sobre los derechos de las mujeres a la visibilidad y participación en este u otros actos. Después estuvimos escuchando los comentarios que estaban haciendo, y cómo se estaba tensando el ambiente cada vez más. Algunas de las mujeres son más machistas aún que los hombres, que ya es decir.

 

“El entonces presidente y hermano mayor de la Hermandad, y presidente también de la Asociación Amigos del Caballo de Tarifa, cuenta Gloria, nos comunica a las tres lo siguiente: “Hasta que no os vayáis del santuario, la Virgen no va a salir de la iglesia”. Ellas no abandonan, pese a la presión a la que empiezan a someterlas, cada vez con más intensidad.

 

“Ya se empezaban a escuchar algunos insultos” apunta Gloria. Esto lo corroboro yo, porque estaba presente como os decía; insultos como “vaya mamarrachas”, y “ vaya marimachos”, o como “ que se habrán creído, estas no van a poder” o “ vaya espectáculo más lamentable que están dando estas mujeres”.

 

Insultos que venían de algunos hombres, y lo más triste, de mujeres que estaban asistiendo como público. De ellas salieron otras frases como: “Esta cabalgata con mujeres nunca será igual” o “estas van a conseguir acabar con esta tradición”, entre otras. O esta que nos pareció alucinante: “Las mujeres este día lo que tenemos que hacer es planchar el traje a los hombres”... Mi amiga y yo, mientras, no dábamos crédito a lo que estábamos escuchando, estábamos asombradas y asqueadas del machismo e ignorancia.

 

Tras minutos de espera, y viendo que estas mujeres seguían dispuestas a hacer el camino pese a todo, la organización decide que empiece la cabalgata, por lo que sacan a la Virgen más tarde de lo previsto. Mientras tanto, ningún hombre quiere formar pareja con ninguna de las mujeres, la organización dicta que los asistentes vayan por parejas.

 

Con este panorama se inicia el camino, que recorre un total de ocho kilómetros. A la mitad del trayecto más o menos la Guardia Civil decide intervenir, dado el cariz que está tomando la situación.

 

Gloria sigue contando: “Nos dejaron las últimas, y he de decir que se acercó más de un jinete, algunos con síntomas evidentes de embriaguez, y otros que no, que nos insultaba a cada rato, y se nos acercaban peligrosamente con sus caballos, algunos con yeguas, ya que alguno de nuestros caballos estaban enteros (sin capar), por lo que objetivamente la presencia de una yegua los ponía si cabe más nerviosos”. “Sé con certeza que fueron enviados por parte de los organizadores, que como bien sabes, me dice, siempre son los mismos”.

 

He de decir además que corroboro lo que cuenta Gloria. Para seguir concretando este lamentable suceso, he de añadir que algunos de los hombres que vienen en esta cabalgata lo hacen ya con evidentes síntomas de embriaguez, como apuntaba Gloria. Aprecias como tratan a los animales, mejor dicho, como maltratan a sus animales, sometiéndolos y forzándolos de forma innecesaria y abusiva. Se puede observar a veces sangrar los ijares de los preciosos equinos, porque los jinetes les dan con las espuelas. O someten al pobre animal a distintos pasos, presionando o tirando con el bocado hasta hacerles sangrar la boca. Además, en el santuario sólo existe una fuente donde dar de beber a los caballos. Hay que tener en cuenta que antes de llegar al santuario muchos cabalgatistas vienen también desde sus casas, no todos estos animales vienen transportados en remolques. Esa fuente que hay en el santuario, como dice Gloria “es peligrosa, los caballos se quedan enganchados, no es un abrevadero, es un apaño” y además hay que tener en cuenta que son alrededor de cuatrocientos caballos, y en algunos años en que se ha llegado a los seiscientos siete, ese fue el récord en el año 2007. Hasta cinco kilómetros después del santuario, cuando llegan al Restaurante El Rancho, los caballos no pueden beber, a no ser que paren en el Cortijo de La Palmosilla, donde imagino que hay abrevaderos para el ganado vacuno, como es el caso del abrevadero de este restaurante. Hasta Tarifa ninguno más. Y la última parte es de otros tres kilómetros, teniendo en cuenta además que esta etapa se alarga mucho, ya que en el pueblo la cabalgata entra de forma lenta por las calles, debido al trazado de estas y a la cantidad de gente que asiste como público.

 

Cuando finalizan, muchos de estos caballos vuelven a hacer el recorrido hasta sus lugares de origen de nuevo con los jinetes encima, por lo que llevan sumados ya muchos kilómetros de recorrido, además del consiguiente estrés que supone para estos animales este evento. Durante la salida, en el recorrido, y cuando llegan a Tarifa, son muchos los estímulos a los que les someten: gente, ruidos, voces, luces de colores, coches, la campana de la iglesia, los carros con globos y chucherías...

 

Este día continua Gloria, “todo se fue complicando cada vez más. Un guardia civil nos llegó a decir que si rozábamos el coche de ellos, que venía justo detrás nuestro, nos llevaría detenidas, a lo que yo respondí que nuestros caballos estaban asegurados, en el caso de que alguno ocasionara algún daño. Se notaba que quería detenernos, estaba esperando a que hiciéramos algo que él considerara ilegal”.


Fue a la entrada del pueblo donde estas mujeres fueron nuevamente insultadas, vejadas y acosadas, por parte de unos cuantos hombres, hasta el punto de que uno de ellos le levantó la fusta a Gloria, para darle con ella. Hubo testigos que presenciaron este acoso, concretamente una pareja de amigos míos, Luis y Mari.

 

“Se nos echaban literalmente encima con sus caballos, empujándonos, tanto es así que consiguieron que alguna de las tres tuviéramos que salir al arcén e incluso subir a un talud de la carretera por la presión a la que le sometieron, para luego poder volver al trazado marcado”.

 

“Unas cuantas personas formaron entonces un cordón para apoyarnos. Gonzalo, un hombre de Algeciras pidió ayuda, y ese cordón se situó entre la Guardia Civil y el resto de hombres a caballo”. “Yo no daba crédito. Alguien que se ponía de nuestra parte, siempre estaré agradecida a la iniciativa de este hombre”, menos mal que siempre hay hombres así.

 

Con este panorama, estas tres mujeres consiguen entrar en la ciudad, aunque sea en último lugar y escoltadas por la Guardia Civil, es en el último tramo hasta llegar a la iglesia mayor de San Mateo, donde se va escuchando a partes iguales durante el recorrido, según Gloria, pitos en señal de protesta, pero también aplausos, “que nos llegaron al alma.”. Esto sí que también lo puedo confirmar, porque mi amiga y yo estábamos ya situadas allí, ya que hicimos el recorrido a pie muy por delante del resto de asistentes.

 

Existió el consiguiente riesgo para estas mujeres de haber caído del caballo tras el acoso sufrido, afortunadamente no ocurrió, pero lo que sí está claro, es el daño emocional al que fueron sometidas. Hay fotos y muchos testigos que vieron como esto estaba ocurriendo. Que tuviera que intervenir la Guardia Civil, y que estas tres mujeres tuvieran que entrar escoltadas por los agentes para poder finalizar el recorrido, os puede dar una idea de lo que supuso todo esto. ¡Indignante!

 

Hubo denuncia y juicio por estos lamentables hechos. Uno de los guardias civiles que había presenciado los incidentes se negó a declarar como testigo cuando Gloria se lo pidió.

 

Un día después, el 4 de septiembre del 2000, Gloria puso una denuncia. Diferentes medios españoles informaron en sus telediarios de estos hechos.

 

Los días 5 y 6 de septiembre de ese año, el diario Europa Sur informa de esta noticia. El 3 de septiembre de 2001, ese mismo diario vuelve a informar de estos hechos, lo que parece ser según el diario, fue una batalla ganada por estas mujeres, ya que empiezan poco a poco en los años siguientes a sumarse más mujeres a la cabalgata, y ya sin incidentes.

 

Gloria me contó que en la sentencia 301/ 01 “hubo un acuerdo entre los abogados donde se absuelve al acusado a cambio de que la hermandad remita una carta pública de disculpa, pero esa carta nunca la hemos recibido”.

 

En los años siguientes la presencia de mujeres en este evento fue creciendo. A día de hoy, en la pasada cabalgata de 2019 unas cincuenta mujeres acompañaban la cabalgata que se celebra cada primer domingo de septiembre. Ninguna mujer de momento, participa en la organización de la misma. Los organizadores del evento siguen siendo las mismas personas desde hace años, y por supuesto todos hombres.

 

Una vergüenza más del machismo existente en esta religión, que se sigue manifestando desgraciadamente, en absolutamente todas las facetas de la vida.

 

Bernardo Castro, tarifeño, escribió una carta a raíz de estos hechos que nunca publicó en ningún medio; después de atender a mi llamada telefónica, y con su permiso, voy a transcribir ahora algunos párrafos que él apuntaba: “A simple vista, y en los tiempos que corren, creo que a muchas personas nos puede chocar que las mujeres tengan aún lugares vetados por motivos de tradición o costumbres folclóricas, estamos en las puertas del siglo XXI. También creo que están ustedes de acuerdo en que la mujer, gracias al esfuerzo de muchas de ellas, y como grandes conquistas sociales, al menos en el mundo occidental, ha conseguido ir liberándose de muchas de las trabas que tenía impuestas por los hombres por el simple hecho de serlo, o de haber nacido mujer”.

 

“Me quedo perplejo al pensar, que cuando finalizó este año la cabalgata, aquellos que defendieron a fusta y caballo la escasa posibilidad de que unas pocas mujeres participaran en el evento, volverán a encontrarse con su familia y sus amistades, donde verían sin duda muy cerca de ellos a una esposa, una novia, una madre o una hija, y qué casualidad que todas ellas son sin duda mujeres, y ninguna tenía nada contagioso para poder estar a su lado, y más perplejo me quedo al pensar cual sería la reacción de estas últimas al mírales a la cara.”

 

“Si el sector más tradicional de la Hermandad persiste cabezonamente en mantener esta postura, permitidme decirles que ante mis ojos, son ustedes sencillamente hombres despreciables”. Esta carta Bernardo la tituló “Olé vuestros ovarios”.

 

En definitiva, desde mi punto de vista quedan muchas cosas por mejorar en este evento; pero desde luego estas tres valientes mujeres también quedan ya como referente de la lucha por la igualdad y la justicia.

 

Comentarios