Desde la atalaya: Religiosidad popular

La llegada de la primavera siempre estuvo acompañada por fiestas. Las distintas culturas a lo largo del tiempo han celebrado el equinoccio de primavera, como igualmente se celebraban otros puntos de inflexión naturales en el ciclo de la Tierra. En estas fechas (unas veces antes y otras un poco después) comienza la Semana Santa. En pueblos y ciudades de Andalucía, esta fiesta religiosa tiene, sin duda, un componente popular que va más allá de lo religiosamente institucional. Para comprender qué se quiere decir con esto, no estaría de más una lectura del artículo del antropólogo Isidoro Moreno bajo el título “Religiosidad popular e Iglesia oficial en Andalucía: cofradías y Semana Santa”. Este profesor de la Universidad de Sevilla, ya jubilado, es un andalucista de pro, un militante de izquierdas histórico y un cofrade reconocido, y ha escrito mucho y muy bueno sobre el tema. El artículo, a pesar de llevar unos años publicado, es, desde mi punto de vista, una buena herramienta para profundizar sobre la fenomenología del hecho religioso popular andaluz.

El autor afirma que existen nexos y puentes entre la religiosidad oficial o eclesiástica y la popular, pero que es preciso diferenciarlas. Personalmente, me llamó la atención el término o concepto del “sentipensar” que, según el autor, hace referencia a cómo el “sentimiento y la emocionalidad acompañan, e incluso a veces se sobreponen, al pensamiento racional”. O como también lo llama, el “senticreer”. El sentir de quienes las emociones vividas les une a su identidad cultural, que, de acuerdo con el mismo, se funde con “el inicio de la primavera y la resurrección de la vida”.

Junto a ello, señala la importancia de las imágenes. Imágenes “cercanas: no sólo en sus iglesias y en sus pasos o tronos para la salida en Semana Santa (o en otros momentos si se trata de hermandades no pasionistas), sino a través de azulejos y fotografías en muchos lugares públicos y privados”. Para él, esta “omnipresencia refleja, a la vez, cercanía emocional y adscripción a la identidad social y territorial de la que una imagen concreta es referente simbólico”. Imágenes a proteger “no sólo en su materialidad, sino como bienes simbólicos: por ser referentes de identidades colectivas y por el tesoro emocional”. Y entre ellas, las imágenes marianas, en culturas como la nuestra “en las que la matrifocalidad era, y es, un elemento central”.

Una religiosidad popular que Moreno señala se manifiesta en múltiples expresiones como las “procesiones (…), en recordar (…) a quienes ya no están, nazarenos, penitentes, músicas, silencios acordados, olor de alimentos especiales en las casas, …”

En su artículo, el profesor Moreno señala, también, algunos de los riesgos o enemigos de esta religiosidad popular que se han manifestado a lo largo de la historia. Para ello cita al periodista y escritor andaluz Manuel Chaves Nogales, del primer tercio del siglo pasado, que señalaba que “los mayores enemigos de la Semana Santa son el Cardenal y el Gobernador”.

En la actualidad y en relación a Sevilla, el profesor Moreno afirma que muchos riesgos afectan a las “fiestas religiosas populares”, como la “desvertebración social y la pérdida de claves culturales”, “la gentrificación y consiguiente pérdida de identidad”, “la turistización excesiva”. A lo que une la “reaparición del “nacionalcatolicismo”, el “surgimiento del municipal-cofradierismo”, la “utilización de cofradías y rituales como medios favorecedores de política partidaria”, la “mercantilización del funcionamiento de algunas cofradías”, “espectacularización para insertarla en el mercado turístico “.

Cuánto de ello podemos ver reflejado en nuestro entorno cercano, donde muchos de estos riesgos se hacen presentes, como la turistificación, la pérdida de identidad u otros mencionados.

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