Se para el tiempo tarifeño. Se jubila el relojero Joaquín Muñoz
El próximo 20 de marzo cumplirá 85 años. Desde que en 1969 abriese su pequeño taller en la calle Copons por sus manos y "quirófano" han pasado los relojes de la mayoría de paisanos. Su familia pide a todos los que tengan algún reloj en el taller pasen lo antes a recogerlo

Joaquín Muñoz se jubila. Echa el cierre de la relojería emplazada en la calle Copons donde lleva ‘encerrado’ con el siempre incesante tic-tac, de los cientos de relojes que le han acompañado a lo largo de toda una vida. Toda una vida porque si el taller donde ha labrado su vida Joaquín se abre en el número 2 de la calle, justo enfrente nació él hace ya casi 85 años. El segundo de 7 hermanos, los hermanos Muñoz Balongo. A modo de anécdota es tan palpable la precisión relojera de Joaquín que tuvo a sus dos hijos mayores el mismo día, pero con un año de diferencia (¿se puede tener más tino?).
Joaquín no solo es artesano de los minúsculos y no tan pequeños mecanismos y corazones de las máquinas que miden el tiempo, sino que es artesano de la música. Su apellido, el Muñoz, está directa y estrechamente relacionado con el hilo musical del municipio. No en vano ha sido parte ineludible de la Coral y Rondalla de Tarifa y miembro fundador hace ya 50 años. Sus precisas manos, dedican mimos tanto a ruedecillas mecánicas, muelles, pilas, roscas, tornillos fáciles de perderse por cualquier cajón y barra del mostrador, como a la templanza de las tripas de la mandolina y la guitarra.
Joaquín Muñoz Balongo deja la relojería que abrió allá por el año 1969. Ese año fue en el que abrió su negocio, si bien durante muchos años fue aprendiz del 'Maestro Antonio', en la relojería de la calle de la Luz. Allí aprendió el oficio siendo un zagal. Sus inquietudes, capacidad y precisión con los mecanos le llevaron a montar en un cuartito en la azotea de la vivienda familiar un pequeño taller, hasta donde comenzaban a llegar familiares y vecinos para revivir sus relojes. De ahí a montar su taller…. sólo el transcurrir del tiempo que en su taller es fácil de apreciarle su sonido. Desde el casi imperceptible tic-tac de los relojes de pulseras, a otros latidos de corazones más grandes en forma de relojes antiguos, reliquias de pared, donde el susurro del mecanismo se mezcla con el pendular, campanadas o el cucú de un tímido pero puntual cuco. Otra anécdota…. cuando llega a su casa, Joaquín detiene el reloj de cuco de su vivienda.
Entre esas cuatro paredes, tras esas mamparas esmeriladas que guardan los secretos y las tripas de los medidores de tiempo, ha pasado toda una riada de vida Joaquín. En un taller convertido del mismo modo en consultorio vecinal. Cuando Joaquín despega el monóculo lupa de su ojo dejando a la vista las entrañas de los pequeños relojes, lo hace para entablar conversaciones con sus clientes o sus amigos y habituales que en su transitar, entran a saludarle.
Toda una vida comprometido con el arduo trabajo para que no se detenga el tiempo de cada tarifeño. En el 2010, ese esfuerzo le valió el reconocimiento del Ayuntamiento otorgándole un diploma honorífico. Toda una vida demostrando el oficio casi extinto de maestro relojero. Pero el próximo 20 de marzo cumplirá 85 años (el mismo día que otro artesano, éste de la palabra). Son muchas vueltas de las manecillas y Joaquín se merece (por mucho que él crea que no) el descanso de sus manos, de su vista. Su respiro.
Le será difícil. Me consta, le está siendo difícil no acudir al taller que ha sido la guarida de sus sueños y de su tiempo durante tantos años, tantos meses, tantas semanas, tantos días, tantas horas, tantos minutos, tantos segundos... en definitiva de sus historias, de su vida. Pero… ya es hora. Sus hijos han querido hacer llegar un mensaje a su clientela: “Mi padre, cierra las puertas de su relojería. Con mucha pena, pero ya ha llegado el momento de descansar laboralmente hablando. Una decisión que le ha costado mucho tomar. Para la recogida de los relojes estaré todas las mañanas de lunes a viernes durante un tiempo en horario de 11:00 a 12:30 horas. Agradeceríamos que todo el que tenga su reloj allí lo recoja lo antes posible. Agradecemos también que me compartáis esta publicación y así llegue a más gente para poder entregar todo lo posible. Un abrazo y muchas gracias por todos estos años en nombre de él”.
Ahora Joaquín Muñoz Balongo tiene otra encomienda, mantener latente el reloj el tiempo de su mujer, sus hijos, sus 6 nietos. Gracias maestro relojero por hacer que durante todos estos años haya transcurrido nuestro tiempo.