Risas que apagan cantos de sirenas en el mar eterno

Qué quieres que te diga cabrón. Que eso no se hace. Que me has roto por dentro porque…. una cosa es quitarte de en medio y tirarte meses por el Golfo Pérsico y otra cosa es la pesadumbre de saber que no habrá más cocacolas, ni cigarrillos ligth de por medio entre un brindis y un análisis cachondo a los últimos acontecimientos.
Me jodiste el domingo y aún me estoy tragando las lágrimas de la incredulidad. Hoy arderás y dejarás aquí abajo el humo denso de tu existencia, de tu recuerdo.
Ni siquiera supe decirle a una amiga su dirección, pues nunca corrimos juergas de puertas pa dentro. David llegó a mi vida hace ya tantos años que no recuerdo cuándo fue. Yo había dejado el diario El Faro por una suculenta oferta de otro diario comarcal que creí mejor. El se convirtió en competencia sana, si a reírnos y coincidir en todos los eventos que luego relataríamos (él pal suyo, yo pal mío) en nuestras páginas diarias a modo de crónicas se le puede llamar competencia. Eso, porque dónde hay buen fondo se gesta buen caldo, fue el abono a nuestra fiesta del periodismo. Donde compartir tragos (y no me refiero a chupitos) buenos y malos, pero que forjó una amistad por encima de compañerismo.
Eso se tradujo en la necesidad de ficharte para ese equipazo de El Duende que contigo estuvo completo. Quë de anécdotas, que de secretos que guardamos de quienes tanto dijeron y que luego decían que no dijeron nada (por eso siempre hemos valido más compañero, por lo que callamos que por lo que escribimos jajajajajajaja). Qué de historias entre Vanesa, Hernán, Annie, Mariluz, este menda y aquel moreno con bandolera y bermudas, lata y cigarrillo en mano. Allí todos cogimos Duende. También coincidimos en La Verdad.
Cuántos favores con un solo trago como estipendio, cuanta enseñanza de kite y de de no kite. Qué aprendizaje de cetáceos y ya por último llegue a saber del Golfo Pérsico sin necesidad de ver ningún documental o embarcarme, solo disfrutando de tu tranquila conversación. Que de risas e intenso trabajo compartido en aquella edición del FCAT.
Pues… lo que es esta puta vida, todo eso son ya unos putos recuerdos, que me escupen a la cara que te me has muerto. Que te has marchado para siempre y que no volveré a escuchar esa voz tan fina (incomprensiblemente) de un pueblo de Málaga. Hoy he vuelto a abrir tu ‘guasa’ para volver a escuchar tu voz cuyo mensaje era para felicitarme el cumpleaños: “Queeeeé pasa viejuno? felicidades. Yo sigo perdido por los mares de Oriente Medio. En un mes y pico estoy por allí”. Y estuviste y fue el tiempo justo para tomarnos la penúltima en El Grifo. Tú tu cocacola, yo mi Cruzcampo. Tú tu chesterfield ligth, yo mi Lucky duro. Ahí compartimos la última bocanada de levante. Ayer, volví a escribirte al ‘guasa’: “Hola. Simplemente te escribo con la ciega esperanza de que me contestases. Hasta siempre!”. No me contestaste cabrón….. lo mismo en esos mares donde espero navegues rodeados de orcas y delfines y tu risa sea capaz de ahogar los cantos de sirenas, te estarás partiendo el culo.
Donde quieras que navegues capitán, que tengas buena mar y algún día espero atracar en un puerto donde volver a verte y darte un abrazo. Salud Dalarcón. Hasta siempre.