Antonio Rojas, sin limitaciones en el Castillo y con el tiempo como inmensidad
Más de 3.000 personas han visitado ya la muestra “Antonio Rojas después de la imagen” que acoge el Castillo de Tarifa. La exposición abierta hasta el 4 de septiembre es el referente cultural del verano

En tan solo dos semanas desde que abriese sus puertas el pasado 5 de agosto más 3.300 personas han pasado ya por la sala expositiva del Castillo de Tarifa que acoge la muestra “Antonio Rojas después de la imagen” en lo que el Consistorio ha denominado “una de las citas referentes en la comarca del Campo de Gibraltar para apreciar al arte contemporáneo”. No en vano, Rojas es junto a los apellidos, Segura, Reiné, Pérez Villalta o Cobo máximos exponentes culturales y artístico de la provincia gaditana que trasciende las fronteras. Una apuesta decidida del Ayuntamiento, del área municipal de Cultura y una apuesta casi personal del concejal, Fran Terán, empeñado en que este reconocido autor expusiera parte de su obra en la localidad que le vio nacer.
Por ello no es de extrañar, que esta selección de 17 obras, óleos y acrílicos pintados sobre lienzos de diferentes formatos resumen la producción reciente del tarifeño Antonio Rojas, en concreto las fechadas entre los años 2008 y 2021, haya levantado tanta expectación y esté siendo tan visitada.
En boca del autor, “la pintura es un artificio, y como lenguaje, tiene sus propias limitaciones. Me gusta pensar que parte de mi trabajo es una investigación sobre sus propios límites”, sin embargo, Rojas traspasa esos propios límites a través de fuga de perspectivas que recuerdan a los ángulos de Chirico y juega con espejismos de luces y color que también me recuerdan al universo de M.C. Escher. Incluso una inevitable sintonía con su paisano G.P.V., en una necesaria convergencia en escenarios y rincones tarifeños reales pero reinterpretados por Rojas que en estas 17 obras expuestas en el Castillo y tan como señala el alcalde de Tarifa en referencia a la exposición nos hace “entender la trampa del tiempo haciéndose valer de espacio, lugares físicos que quedaron atrapados en su memoria”. Esos escenarios son cercanos a cualquier tarifeño. El faro, el muelle, la dársena del Santo, las piedras de los diques, los riscos afilados de la Isla, el puerto pesquero, sus ventanas abiertas al Estrecho y sus dos mares. Sus olas, sus tornasoles luces filtradas por la rendija de su mirada que parece hacerle disfrutar placenteramente de la pintura, no solo viendo, sino “descubriendo y haciendo ver a otros”.
Tal como indica el autor en el catálogo específico para la ocasión, “en después de la Imagen reflexiono acerca de las imágenes icónicas de nuestra querida historia del arte, más o menos reciente. Trato de darles un nuevo sentido, con la renovación necesaria para que alcancen otra lectura actual”, asegura Rojas que se convierte “sin saberlo”, mediante esta exposición y como señala Francisco Ruiz Giráldez en “agente universal que trasciende el tiempo” y que escribe mediante su pintura un nuevo lenguaje visual de lo cotidiano, eternizándolo en la memoria y construyendo mediante sus encuadres, fragmentación y jerarquías de escalas, un esencial método “para profundizar en la idea del espacio como experiencia humana. Entendiendo el lugar donde vivimos como espacio de inmensidad”.
Les invito a pasear por la sala expositiva del Castillo para encontrar ocres y verdes que se mezclan con azules, amarillos y grises acortando distancias y dibujando enigmas que toman cuerpos y crean un recorrido de paz y rincones que simplemente seducen al observador. Tienen hasta el próximo 4 de septiembre para disfrutar de esta, ya la exposición del año, donde Antonio Rojas realiza un ejercicio de pura necesidad, la representación del espacio, su espacio. Su propia memoria del entorno que le acunó y puso pinceles en sus manos. “Antonio Rojas, después de la imagen”, hacen a los rincones más marineros de Tarifa Alfa y Omega. Devuelven al autor “al mismo lugar donde todo empezó”.