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La lluvia condicionó, pero no evitó el procesionar del Huerto y El Rosario

A mitad del recorrido un considerable aguacero dividió el cortejo obligando a los pasos a acelerar el paso para regresar a San Mateo

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La lluvia condicionó, pero no evitó el procesionar del Huerto y El Rosario

 

Era una mínima posibilidad. Se arriesgó y… llovió. Lo hizo por espacio de no más de 20 0 30 minutos, pero fue lo suficiente para alterar el cortejo ceremonial y solemne del desfile procesional de Jesús Nazareno en la Oración del Huerto y Nuestra Madre de Dios y del Rosario.

 

La jornada amaneció soleada y desde primera hora los hermanos de la cofradía tarifeña, participaban de varios actos, entre ellos y de manera oficial en el templo de sus titulares con la presentación de las novedades de la hermandad a las autoridades. Y ya de forma más distendida, pero como cita ineludible las hermanas, y los hermanos, las cuadrillas de costalera y costaleros, de los capataces y auxiliares de pasos, los encargados de la mayordomía…. en definitiva ‘Los niños del Huerto’ (como alguien un día los denominó) se citaron en el Bar Rico (Olivo de Plata 2022) para llevar a cabo un acto de convivencia previo a la solemnidad del cortejo procesional y a las cuatro de la tarde, con puntualidad lorquiana, alzar los vasos de Chiclana los “los ilustres que como Pedro Rico nos dejaron aquí abajo”.

 

A las siete de la tarde, San Mateo estaba cerrada, con el los organizadores del cortejo dentro. Las cuadrillas eran azuzadas por el capataz general, Antonio Valencia en los salones parroquiales y en la penumbra de San Mateo, los dos pasos aguardaban bajo el altar mayor dispuestos y esperando que dieran las ocho de la tarde en las manecillas.

 

Y llegó la hora señalada en el reloj cofradiero del Lunes Santo y las puertas de San Mateo se abrieron con la llave del Huerto y el cortejo de los penitentes de capirotes morados, sotana blanca y capa morada iniciaban el desfile. Y desde la penumbra a la entonces soleada tarde, el sobrio paso de misterio comenzó a andar a los sones de las notas de la Banda de Cornetas y Tambores del Santo Cristo de la Caridad, ‘Santa Marta’ de Jerez, que en perfecta comunión con los costaleros del Cristo acompañó el andar del Nazareno por Privilegios camino a la Esquina de Rico con el Ave María de Stepan Ivanovich Davydov decorando su andar.

 

Por detrás, la bella estampa de Nuestra Madre de Dios y del Rosario aguardaba con la luz de las velas refulgiendo en su rostro antes de sacar su palio grosella por el dintel de San Mateo. A ella, la recibieron las notas de un fragmento de ‘Procesión de Semana Santa de Sevilla’ que con llamada de trompeta y por Saeta condujo por el laberinto de calles y aristas al paso de palio de Nuestra Señora.

 

Magnífico trabajo costalero el paso de ambos pasos por ‘La esquina de Rico’ mecida por la música de la marcha ‘Triana’ (en su palio), interpretada por la Banda Municipal de Música que acompañó el andar de la Virgen.

 

Aliviado los pasos por la calle Guzmán el Bueno, a su paso por la capilla de Inmaculada Concepción donde reside la congregación de la Religiosas Misioneras del mismo nombre que la advocación marina, se realizó la Oración Penitencial y se les hizo entrega a las monjas de un recuerdo por parte de la hermandad.

 

Los pasos avanzaban con una buena marcha y sobre el horario previsto y eran las 21:39 horas cuando el palio había ganado las puertas del Castillo. El misterio se había adentrado por la difícil Santísima Trinidad, cuando de repente, un viento frío se coló por las caídas del paso de la Virgen para anunciar lo que se convirtió en realidad en sendos, un aguacero de los gordos. El capataz llamó a los costaleros y con paso ligero, decidido y constante, en mitad del aguacero, el Palio evitó el laberinto de calles estrecha y se condujo rápidamente por la Calzada para evitar mojarse más de lo inevitable animado por las muchas personas que quisieron, a pesar del chaparrón, acompañar el paso ligero del palio hasta las puertas de San Mateo.

 

El Cristo ya había ganado la Plaza del Ángel en San Francisco, por lo que su gobierno determinó no revirar y continuar de frente, lo más rápido posible para ganar lo antes posible la calle de la Luz y la Calzada.

 

Así, de manera fortuita, inesperada y obligada, ambos pasos discurrieron su último y adelantado tramo de estación penitencial por diferentes senderos, para propiciar un reencuentro distante en la Calzada. Ya con la lluvia detenida pero sin dilación en su paso, el palio entraba en la iglesia a los sones de ‘Mariúpol’, una oración, una plegaria en forma de marcha procesional dedicada a todas aquellas almas que están siendo víctimas del conflicto entre Rusia y Ucrania.

 

Cerca de la Virgen, en la distancia, el paso del Cristo avanzaba con igual determinación, se acercaba y entraba en el templo. Allí con cierto regusto amargo de los hermanos por no haber completado su desfile con normalidad, el capataz general del pasó, Antonio Valencia martilleó reconfortó a los hermanos cofrades con un “señores, ya queda menos pal Lunes Santo. Ahí quedó”. Amén.

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