Tarifa se ilumina ya con la Luz de su Patrona

La imagen de la Patrona y de San Isidro junto a su tradicional Cabalgata Agrícola han sido protagonistas de este primer domingo de septiembre.

Es algo que por normal no deja de sorprender a los ojos del curioso y del mero observador. La devoción y fe que miles de personas tienen depositado en la imagen de la Patrona tarifeña, María Santísima de la Luz se convierte en todo un acontecimiento cada primer domingo de septiembre.

Eran las cuatro y media de la fresca tarde de poniente cuando las campanas del templo de Nuestra Señora de la Luz en la dehesa de Caheruela repicaban su salida. La bella talla de Nuestra Señora María Santísima de la Luz pasaba por un pasillo de cerca Caballeros y Señoras Cabalgatistas, que aguardaban ser superaros por las figuras de San Isidro y de la Patrona, para iniciar la tradicional Cabalgata Agrícola.

Se sucedieron las vítores y alabanzas a la Patrona y a San Isidro y con paso ligero, seguido por una multitud, los pasos ganaban camino en dirección al casco urbano.

Fue en 1.789 cuando cuando por primera vez se trae a la Patrona a la ciudad. En aquella ocasión según escribiera el cronista de la ciudad, Jesús Terán Gil, la Virgen fue traída la víspera de su festividad, o sea, el 7 de septiembre, en forma reservada, dejándose en esa tarde en la ermita de San Sebastián, para al día siguiente, en procesión solemne, trasladarse a San Mateo. Desde entonces todos los años “nos visitas y los tarifeños van a recogerla a su santuario.

La Cabalgata Agrícola, declarada de Interés Turístico de Andalucía data de 1.914, cuando gracias al empuje de tres tarifeños: Joaquín Abreu, Benito Flores y Gabriel Gómez se constituyó la Cabalgata Agrícola que escolta cada año el peregrinar de las imágenes y se extiende varios cientos de metros por detrás de las mismas.

Si San Pedro renegó tres veces de Cristo, tres veces es confirmada la fe y devoción de los acompañantes –que no romeros- de las imágenes que en ritmo rápido salvan los seis kilómetros de campiña que se abren por delante. Tres veces, en las paradas “obligatorias” que desde tiempos inmemoriales se suceden. Primero surgieron de manera espontánea para dar descanso a los hombros de los porteadores y a los pies de los peregrinos, y después se han instaurado casi de manera oficial. La primera en el cortijo de La Palmosilla. A las sombras de los eucaliptos, que entonan eólicas melodías cuando el levante castiga sus ramas y hojarasca, La imagen descansa y el sofocante calor es combatido con agua, o cualquier refresco. Los caballos, que hacen ya rato han salido precediendo a las imágenes de San Isidro y de María Santísima de la Luz, espumean el sudor que sus sabios y expertos jinetes limpian con esmero. En el cortijo de la Palmosilla (cuyo nombre hay que buscarlo en dos conejos de sus primeros propietarios bautizados como Palma y Silla) resuena de nuevo el himno de la Patrona que acompañará de manera repetitiva el procesionar de la imagen junto a los vítores y los piropos. Y en la distancia uno descubre a una señora que llora. Y más lejos a un hombre que también enjuga sus rostros con lágrimas de devoción y emoción. Y al otro lado unos críos juegan creciendo sin saberlo en la fe mariana que le marcará como tarifeño de por vida.

La marcha se reanudó y continuó hasta El Rancho, última parada del camino campestre, antes que, tras no permitirlo la DGT, la procesión transcurriese en su tramo final por La Colá, una antigua vía pecuaria, que no todos los devotos aprueban. Aún sigue pesando para muchos “mantener la tradición de discurrir por la N-340”. Otros sin embargo aprueban y aplauden este nuevo camino que se antoja, “más seguro, más campero y evita molestias a conductores que no participan de la procesión y que tenían injustificadamente que permanecer (en ocasiones más de una hora) detenidos en la carretera.

A la Altura del cruce de La Vega, la Guardia Civil detuvo el tráfico para permitir el cruce de la carretera por devotos y jinetes, así como los pasos portados al hombro en parihuelas. Y frente a ellos, y tras la loma, Tarifa. Tarifa entera esperando a su Virgen. La que ilumina con su presencia, las almas de miles de fieles apostados en una avenida convertida en pasillo de fe y en la que los cascos de los caballos sobre el asfalto anuncian el inminente paso de la Patrona y resuenan en la memoria colectiva unos versos un poeta que derramó tinta para alabar a la Madre de Dios:

Cuando el sol desaparece

Allá por el horizonte.

Cuando los cielos se cubren

Con el manto de la noche.

Cuando la luna se asoma

Por los altos torreones,

La Virgen de la Luz llega

Desde su ermita en el monte.

Tarifa la está esperando

En un mar de devociones,

que guapa viene la Virgen

son momentos de emociones,

hombres mujeres y niños,

chicos, jóvenes, mayores

todos en pos de la Imagen

le ofrecen sus oraciones.

Y la Virgen les sonríe

derramando bendiciones.

Así cantó el poeta la entrada triunfante de la Patrona a su pueblo. Un hecho que sucedió pasadas las ocho y media de la tarde, tras cuatro horas de procesión. En la avenida les aguardaban las autoridades eclesiásticas, militares y políticas, así como el cortejo de reinas y damas de la Feria, además de la Banda Municipal Agrupación Musical Manuel Reiné que interpretó el himno de la Patrona y acompañó musicalmente a las imágenes hasta las puertas del templo de San Mateo.

Allí el párroco de la iglesia Divina Pastora de Facinas fue el encargado de pronunciar la Plática de Salutación a las puertas del templo de San Mateo, dónde la imagen de la Virgen de la Luz y San Isidro permanecerán hasta el cuarto domingo del mes. Entonces retornarán esta vez, en romería, hasta su ermita.

A las puertas del templo casi a las diez de la noche, con la imagen vuelta hacia la Calzada, el relincho de los caballos, se mezcló con las notas de la Banda Municipal y es como si el mismo pueblo la acariciara. Los caballos galopan en señal de respeto mientras los jinetes sombrero en mano saludaron a la Virgen concluyendo un año más la Cabalgata que al margen del componente religioso o espiritual es… simplemente un acontecimiento de máxima relevancia social en el municipio.

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