Desde la atalaya: Defender el interés común

Son muchos los cargos públicos locales que hacen de su discurso político una defensa a ultranza del terruño, como si ellos fuesen los únicos a los que les preocupa su pueblo y sus vecinos y vecinas. Sin embargo, siempre me aborda una serie de dudas al respecto. La primera y fundamental, hace referencia a cómo una persona puede erigirse en defensor de los intereses de sus conciudadanos y, al mismo tiempo, apoyar a unas siglas políticas que desmantelan el sistema sanitario público, por poner un ejemplo.  Resulta incomprensible decir que uno está en política para ayudar a sus vecinos y vecinas y, al mismo tiempo, estar apoyando las estructuras de un partido que privatiza los servicios públicos y los deteriora en su funcionamiento, para que la gente vaya cambiando el chip y se adapte al uso de servicios privados. Es difícil, por tanto, entender que un buen alcalde o alcaldesa de pueblo sea una persona que ignora lo que hace su partido en contra del interés común de sus vecinos y vecinas.

Es cierto que hay decisiones políticas que se escapan al ámbito local, pero no es menos cierto que el poder de los grandes partidos se basa fundamental y básicamente en su implantación territorial, de manera que cuanto más pueblos y ciudades son gobernadas por esas siglas, más fuerza suelen tener esos partidos. Es algo que se comprueba fácilmente cuando se ve cómo partidos sin implantación territorial que alcanzaron altas de representación tanto en el parlamento europeo, nacional o autonómico han desaparecido prácticamente en menos de una década. Hablamos de Ciudadanos, o incluso de Podemos.

En el caso de Podemos, deberíamos unir otros factores como el desgaste sufrido de unas dimensiones incalculables: ya sean con la difusión de noticias falsas sobre ese partido (recordemos lo que dijo Ferreras calificando de un montaje “demasiado burdo” los bulos de Villarejo sobre Podemos), o bien por denuncias falsas y el sobreseimiento.  Sin embargo, a pesar de ello, posiblemente el mayor pecado de los dirigentes de Podemos fue no entender que la política y los cambios políticos vienen desde abajo y no se producen desde arriba si no hay un apoyo popular importante.

Por ello, sería más que interesante que en los plenos municipales se hablara también de esas políticas que, aunque no tomándose las decisiones en los ayuntamientos, afectan a todos los vecinos y vecinas de cada pueblo, porque de esa manera la gente sabría que muchas veces al votar están votando contra sus propios intereses: están votando en contra de una sanidad pública fuerte y de calidad, en contra una educación pública que posibilite la igualdad de oportunidades, de estar votando contra coberturas de desempleo para las personas que no pueden acceder a los puestos de trabajo,  o en contra las mejoras de los salarios.

Una ola conservadora y reaccionaria se mueve por todo el mundo (si no Trump no tendría los apoyos que tiene). Pero no es menos cierto que hay una inmensa parte de la sociedad silenciosa que debería tomar partido en la defensa del interés común, de lo contrario el interés particular y “el ande yo caliente” podrán dar al traste con los derechos conseguidos tras largos años de lucha.