Todo el mundo entiende eso de “las cuentas claras y el chocolate espeso”. Pues bien, creo que es lo que ha intentado hacer el Partido Popular cuando ha realizado una convocatoria de rueda de prensa para dar explicaciones sobre los festejos taurinos que tantas interrogantes han generado en los grupos de la oposición y en buena parte del conjunto de la sociedad tarifeña.
Lo sorprendente de esta convocatoria de rueda de prensa estuvo tanto en la forma como en el fondo. En la forma porque se hace un viernes por la tarde, algo que no facilita la asistencia de medios de comunicación más allá del ámbito local. Se hace en una institución privada para dar explicaciones de un asunto público. Se tarda casi dos meses, tras el inicio de la controversia en torno a este tema, para que el PP intente aclarar las cuentas. En la forma ya que, los populares solos ante el peligro (sin socio de gobierno), traen al representante de la empresa para que explique, quizás, lo que ellos deberían de haber hecho en pleno municipal. Además, para rematar estas singularidades, una persona vinculada al Partido Popular en materia de comunicación y que acude como periodista toma la palabra para contestar a un colega que había interpelado a los comparecientes, concretamente al director de este diario digital. Y, por si faltaba algo, en la forma, porque un acto que iba a contar con la presencia de la primera autoridad municipal quedó descafeinado y ni siquiera el concejal de Hacienda, máximo responsable de las cuentas municipales por debajo del alcalde, compareció para explicar este asunto.
En el fondo, podríamos decir que la comparecencia constó de dos partes: una de un argumentario de la empresa privada en torno a cómo había sido la licitación y cuáles habían sido los ingresos (obviamente sin explicitar la cuantía de los mismos) y otra de los concejales que, agarrándose a este argumentario como clavo ardiendo, quisieron mostrar su pesadumbre porque habían sentido cuestionada su honorabilidad.
Se da por hecho que el proceso de licitación ha debido cumplir con todos los parabienes de la ley, ya que, en caso contrario, debería tener las advertencias oportunas de los distintos técnicos de la corporación que desde hace años están obligados a señalar cualquier tipo de anomalía en el manejo del dinero público. Ahora bien, dando por válido el proceso (si otras autoridades no dicen lo contrario) cabría plantearse si ese pliego de licitación fue una propuesta equilibrada y respetuosa con la gestión de los dineros públicos o, por el contrario, ese pliego de condiciones pone al servicio de empresas privadas recursos humanos, materiales, infraestructuras y económico que deben pagar todos los tarifeños y tarifeñas.
Que los toros tienen un arraigo ancestral por esta tierra no hay ni que explicarlo. Que durante décadas una buena parte de la sociedad tarifeña ha estado ligada a ese tipo de festejos, que hoy se cuestionan por la crueldad de los mismos, es también una realidad constatable. Pero, desde un punto de vista sociopolítico, no cabe duda que el Partido Popular en un ejercicio rocambolesco y pintoresco rescata y potencia este tipo de festejos cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Y ello es algo que la gente debería empezar a valorar, sobre todo aquellos que entienden que hay costumbres que, por el paso de la historia, deberían estar superadas como se superaron los cosos de gladiadores (aunque en algunas latitudes se haya vuelto a disfrutar con el espectáculo de ver a dos personas golpearse y maltratarse hasta la extenuación).
Por ello, que el PP o cualquier otro partido dedique una buena parte de los presupuestos a asuntos relacionados con la tauromaquia no deja de ser una seña de identidad de ese grupo político que lo hace, y frente a ello las fuerzas progresistas no solamente deberían demostrar su preocupación, sino plantear alternativas reales que se pudieran hacer con ese dinero y que sirvieran para cubrir carencias y necesidades de sectores de la población. Obviamente, hasta que estos espectáculos no pasen al cajón de la historia y queden en desuso porque la normativa legal así lo impida por la protección de los animales (algo que vendrá tarde o temprano) solamente cabría decir que el que quiera a toros que se los pague, pero no se haga con el dinero de todos y todas las contribuyentes. Y es que el dinero público y a qué se destina debería ser controlado de una manera más eficiente y eficaz por la propia ciudadanía. Quizás, en esa dirección, vaya el Plan Estratégico de Subvenciones del Ayuntamiento de Tarifa 2024-2026 que el equipo de gobierno presentó en el último pleno sobre subvenciones y ayudas a colectivos y asociaciones. Un plan que no contó con ningún voto en contra, pero que vio cómo la mitad del pleno se abstenía posiblemente por la falta de participación que la elaboración del mismo se les dio a los grupos políticos para poder realizar aportaciones con carácter constructivo. Y es que lo de las subvenciones hace que el bueno parezca malo y que el malo parezca bueno.